El Regazo de mi Madre...

Tengo pocos recuerdos de mi niñez tan frescos como las tantas veces que estuve en las piernas de mi padre mientras él me abrazaba.

Recuerdo como si fuera hoy las veces que me acarició la espalda y me dijo “te amo”.

Por eso me indigna leer la intención de culpa que quieren endosarle a las madres que dejan que “suceda eso” en sus hogares.

No puedo imaginar a mi madre prohibiendo un gesto de afecto y amor asumiendo que es un potencial degenerado.

Mucho menos entender como alegremente se culpabiliza a la mujer de toda la violencia y decadencia que estamos viviendo. Soy hija de padres divorciados, de una mujer que trabajó de sol a sol para proveernos de todo lo que necesitábamos.

Vivimos de todo. Altas y bajas pero bajo fundamentos morales. Valores y reglas que no solo me inculcó mi madre, sino también, mi padre. Que “vuelvan las mujeres” a las casas no va a desaparecer a los degenerados, violentos y abusadores.

Culpabilizar a las mujeres no arregla el problema. Lo agrava.